Dedicado a todas aquellas personas que han perdido a ese "alguien" tan especial que llenaba de sentido su vida por culpa de esa gente que no sabe ni sabrán nunca lo que es el amor verdadero.
cada estrella que se apaga...
Un ángel cayó,
un ángel se fue,
y no volverá....
Maná
Va a empezar ahora... Tres, dos, uno... y se abre la puerta, y tras ella un rostro cubierto por un pañuelo y una mirada fría que se clava como el hielo. En mi interior se enciende una llama. Algunos lo denominan angustia, otros lo llaman venganza...
Dos horas escuchando como miente, como desnuda mi orgullo, como va destrozando las pocas ganas de vivir que me quedaron tras aquel 25 de mayo cuando a las once de la noche en un barrio de mi ciudad natal robaron la vida que me pertenecía, ¡que era mía!


Tengo ganas de levantarme del asiento y pegarle, matarlo fríamente poniendo un espejo frente a su cara.... ¡No!, mejor, le encerraría con un reloj que cronometre su vida, lo que le quede por vivir y, cuando ese tiempo acabe, saciar mi venganza.
¡La vida era tan maravillosa a su lado! Y yo ahora solo siento la impotencia de la injusticia, porque era menor cuando lo hizo, y ya está. Una vida desaparece pero no le importa a nadie, solo acompaña el morbo televisivo de soltar improperios delante de la caja sin hacer nada por ayudarme...
"Todos estamos contigo..." pero me siento tan sola...
¡Y tengo que escuchar que era menor con diecisiete años! Con una edad que de sobra sirve para saber lo que haces. Que yo sepa a los diecisiete años todo el mundo sabe lo que hace, nadie se ve sometido a la sumisión de nadie; a esa edad, muchos chicos incluso pueden trabajar. Pero no sirve de nada, dieciséis años para entrar en una discoteca, dieciocho para ir a la cárcel.

Y ahora solo me queda el odio y el tremendo horror de no poder volver a tocarle, de no poder ver su carita sonriendo mientras me dice que soy la mejor madre...
Nadie es quién para robarle el último hálito de vida a otra persona...
De repente le oigo, escuchó cada una de sus palabras y sus frases van introduciéndose en mi mente como puñales...
Nadie es quién para robarle el último hálito de vida a otra persona...
De repente le oigo, escuchó cada una de sus palabras y sus frases van introduciéndose en mi mente como puñales...
-Quizás a las once o tal vez a las doce, a lo mejor en el metro o quizás en mi casa, pero lo volvería a hacer porque debemos acabar con todos ellos.
No recuerdo qué hice después, pero me siento orgulloso de lo que hice, porque él... no merecía vivir.
¿Y se acabó? Me derrumbo, me hundo ante el abismo, ante miles de personas que esperan una reacción, ante los ojos de un juez que no dice nada y sólo somete a las leyes, ante las caras de muchas televisiones y la crítica de la opinión pública. Pero me da igual, sin él el sol no hace falta que salga, las nubes llueven siempre sobre mis ojos, la casa se me hace pequeña, muy poco espacio para tantos recuerdos, su habitación... mi castigo diario... las fotos, los vídeos... mi condena horaria...
Aun no me lo creo, ¡era mi perfección y me la han quitado!
Me resguardo en el pasado y no quiero mirar al futuro. Rasgaría mi piel por volverle a ver, pararía mis latidos por un abrazo suyo, moriría por traerle de nuevo a la vida... Porque aquel 25 de mayo deje de vivir para sobrevivir....