Soñando juntos...

Queridos soñadores.. quiero compartir con ustedes una alegría que me he llevado este mes, cuando por mi relato anterior he sido seleccionada adicto del mes en "Adictos a la escritura".



Quería compartirlo especialmente con vosotros porque sois los que día a día seguís haciendome soñar...

Un abrazo muy fuerte.

Donante de recuerdos

Si me preguntas cual es la afición de un hombre que sin saber si es joven o viejo sigue viviendo día tras día encerrado en una habitación de un hospital cualquiera, pues entonces mi respuesta es soñar. Sueño, y sin saber cómo ni por qué los recuerdos brotan en mi mente de manera intermitente, llenándolo todo o vaciándolo de repente, porque no recuerdo nada, pero lo recuerdo todo. Sueño…

Abro los ojos y me encuentro esperando en las vías del tren mientras observo a la gente de mí alrededor, hay madres nerviosas esperando a su marido mientras sus hijos juegan entre ellos a la pelota ajenos de las circunstancias de ese momento, hay soldados que con sus hatillos se despiden de su familia conscientes de que aquella podría ser la última despedida de su vida y en el ambiente una tristeza embriaga todo oscureciendo aún más la mañana lluviosa.

Sigo mirando a mi alrededor y mientras mi mirada captura todos los momentos, me fijo en aquella preciosa chica que no deja de sonreír en medio de tanta tristeza, tiene los ojos oscuros y profundos como la noche y unas piernas kilométricas que se intuyen debajo de su falda, a su lado, un soldado que se subía al tren. Era curioso, las despedidas sacan los sentimientos más profundos, pero ella seguía sonriendo aún cuando el no dejaba de mirarla desde la ventana del vagón, fue en ese momento cuando pude apreciar su dulce voz: “te estaré esperando siempre, porque la eternidad es nuestra”. Seguidamente el beso más fugaz, apasionado y con sentimiento tuvo lugar, y en ese momento preciso me embriaga un calor en el corazón pero… abro los ojos y me encuentro de nuevo en mi habitación.

Prefiero volver a aquella estación asi que cierro los ojos y le veo, es el mismo chico de antes pero el escenario ahora es un campo de batalla. Quiero acercarme a él, decirle que todo sigue adelante, que algún día acabará la guerra, que haga lo imposible por matar a la menor gente posible, que la culpa es de los poderosos, esos que salen indemnes de todas las situaciones y que nos utilizan como peones en su juego de ajedrez tratándonos como a la pieza menos importante del tablero. Pero le sigo mirando, y tengo ganas de chillarle pero mi voz no alza el vuelo y quiero sacarle de allí, de la destrucción de los saqueos, de la muerte, pero no puedo.

Doy mi primer paso, pero cuando quiero acercarme a él alguien chilla mi nombre desde la tiniebla, desde la otra realidad a la que no quiero volver, y otra vez pasa, me encuentro en el encierro más profundo observando a esa enfermera que no deja de mirarme con las pastillas en su mano, no sé por qué pero sin saber quién es me inspira desconfianza, de cualquier manera me las trago y vuelvo a sumergirme en lo más profundo de mi ser…

Todo a mi alrededor se vuelve negro, veo imágenes intermitentes del dolor, de las heridas, de la muerte, de lo que antes tenía brillo y ahora es como una luz opaca en medio de la oscuridad. Y me siento tan vacío por dentro... solo veo hambre, pobreza, niños sin padres, parejas en las que ya solo ha quedado uno, veo casas derruidas, tejados sin cimientos, veo las consecuencias de la guerra y me siento culpable…

Culpable por haberme dejado llevar en medio de aquel desastre de vidas quitadas, donde los derechos humanos perdieron su nombre y solo quedo como único motivo el deseo de aquel que quiso ser poderoso a costa del todo, de un todo que sacrificó demasiadas vidas en el camino y que aún sigue siendo el mismo demonio con diferentes disfraces. Y entonces lo entiendo, por un instante de mi vida entiendo porque no me queda un solo recuerdo en la mente… los recuerdos me han abandonado, era demasiado duro seguir…

Y así es como llega la noche y pasa otro día más. Algunos dicen que tengo alzheimer, yo prefiero llamarlo donante de recuerdos... recuerdos de esos que invaden tu mente y nunca se llegan a olvidar, de esos que te rasgan por dentro como un cuchillo y dañan más que las heridas, de esos que te hacen llorar aún cuando los motivos que los provocaron están lejos, de esos que te llenan el corazón de emociones, a veces buenas, a veces malas, pero que te enseñan a vivir. Donante de recuerdos…




Hasta que nos den el último balazo

Quizás la mejor forma de comenzar sería explicando el significado de la palabra vergüenza. Si buscamos en la RAE lo primero que nos aparece es la turbación del estado de ánimo producida por alguna acción deshonrosa y humillante, propia o ajena, y quizás ese es el significado más ajustado a lo que voy a exponer a continuación…

Naces, creces, vives y mueres, y mientras todo eso pasa, a tu alrededor se van desarrollando una serie de acontecimientos, a veces solo son acciones transcendentales para tu persona, y otras veces son hechos que marcan el rumbo de la historia. El problema aparece cuando ante tus ojos estos últimos acontecimientos son denunciables, injustos e ilegales, y aun así nadie puede hacer nada. Vivimos tiempos marcados por la impotencia del ciego ante lo que no puede ver y la vergüenza de quien no se atreve a gritar por la opinión crítica del que juzga con ojos medio abiertos.

Últimamente no dejamos de ver en los medios de comunicación como políticos se proclaman dueños de su propio imperio, imperio al que los ciudadanos no quieren pertenecer, pero aún así lo hacen.  Atrás quedaron los sueños de un país limpio donde el Gobierno actuara por y para el pueblo, por el contrario, no dejamos de ver como el dinero desaparece en las manos invisibles de aquel que hace un uso impropio de lo que no es suyo.
Este año me ha tocado escuchar como ancianos firmaban papeles del banco de los cuales ni siquiera
eran conscientes de su contenido ante la mirada atenta de los demonios que agarraban su bolígrafo prometiendo la vida a los que no tenían ni oxigeno para respirar, he escuchado como gente era agredida por el simple hecho de manifestarse contra una política que no beneficia a ningún pobre, también me ha tocado oír como los estudiantes (por ser demasiados) se les ponía más impedimentos como siempre beneficiando a los hijos de aquellos con mayor patrimonio, independientemente de su capacidad intelectual. Porque ya se sabe: si tienes dinero, lo tienes todo.

Atrás quedo, si es que alguna vez existió la prioridad del pobre, los elogios al trabajador, y las recompensas por ser un país con un gran número de estudiantes.

Por todo ello ante la impotencia del que no puede hablar, porque cuando se alzó el primer dedo pidiendo permiso para reivindicar entre la multitud, la bala del poder atravesó la libertad, sigo esperando que alguien levante la cabeza y grite por todas esas personas que sin culpa alguna ya no tienen voz... alguien que con dos dedos de frente se dé cuenta que la única manera de salir de esta crisis tanto económica como de valores es castigar al que roba, sea de la clase social que sea, y ayudar al pobre… alguien que crea que las letras son el primer acto contra las injusticias, los gritos el paso hacia la libertad y que la lucha debería ser la constante del día.

Llámenme ilusa, pero mientras el último suspiro del mediodía sea dedicado a lo mal que van las cosas todavía creeré en el ser humano...

No nos daremos por vencidos hasta que nos den el último balazo.

Eclipse

Cuenta la leyenda que hace miles de años, cuando los humanos desconocían su poder sobre la tierra, y la naturaleza era la única diosa de nuestro mundo, surgió la mayor historia de amor de todos los tiempos... 

Nuestra historia comienza cuando las noches solo estaban gobernadas por la luna, la cual vivía con ingenuidad cada uno de sus segundos de vida. Apasionada del amor y de las historias que el viento la leía por las noches para sacarla una de sus mejores sonrisas, era la reina indiscutible de la belleza de los cielos.

En cambio durante el día, un hermoso sol iluminaba cada rincón del planeta con una luz tan apagada que antes que parecer bello transmitía temor. Valeroso e indescifrable, pero con miedo de que alguien le robase el trono de rey de los cielos.

Una noche de verano, cuentan los dioses más ancianos que se produjo un fenómeno sobrenatural que desequilibró la armonía de la naturaleza, ya que durante unos instantes la tierra perdió su color. Ni el plata de las noches ni el dorado de los días iluminaban si quiera un trocito de naturaleza.

Aquella noche, la luna se encontraba absorta en sus pensamientos, cantándole a los seres de la tierra lo bonito que era el mar, y tan emocionada se encontraba ella que entre vuelta y vuelta aceleró su velocidad y se encontró frente a un dios que ella nunca había visto. Era dorado como el fuego y tenía una mirada feroz que instantáneamente descolocó cada uno de sus sentidos. Por un instante se sintió absorbida por aquel sol tan radiante que no dejaba de mirarla. 
Por su parte el sol observó a aquella princesa de la noche como bailaba con dulzura sin preocuparle el calor que ardía sobre su cuerpo. 
Y como si fuera inevitable, durante unos instantes, la lujuria, el deseo y la pasión, el calor y el frío, se fusionaron. Aquellos estraños dioses del firmamento se dejaron llevar por sus latidos... Ella no dejaba de sentir el calor de lo desconocido y él por primera vez sintió entre sus llamas algo más que poder. 

Finalmente presa de la atracción, la luna volvió a cambiar su velocidad, y sin darse cuenta vio como se alejaba de su amado. Desde la distancia, ambos seres se juraron amor eterno. 

A pesar de que todo volvió a su estado normal, desde aquel entonces, cada cierto tiempo ella bailaba su danza para volver a encontrarse con él, sabiendo que aquellos instantes no podían ser eternos por el bien de los seres que habitaban la tierra.

Por su parte el sol brilló más que de costumbre, alargando sus rayos como brazos para que ella pudiera sentir su calor, y mientras todos dormían, el sol enviaba al viento para que le cantara nanas a la luna y que nunca más se sintiera sola...  Como respuesta, ella lloraba cada noche para que desde la distancia él pudiera ver en forma de estrellas todo el amor que ella le demostraba.
             

Dicen los más sabios que su amor perduró a los tiempos, a las dificultades y a la distancia, y que si cada noche se observa el cielo sin ceder al sueño, se pueden observar estrellas fugaces que atraviesan el firmamento como muestras de un amor que no tiene final.