Hasta que nos den el último balazo

Quizás la mejor forma de comenzar sería explicando el significado de la palabra vergüenza. Si buscamos en la RAE lo primero que nos aparece es la turbación del estado de ánimo producida por alguna acción deshonrosa y humillante, propia o ajena, y quizás ese es el significado más ajustado a lo que voy a exponer a continuación…

Naces, creces, vives y mueres, y mientras todo eso pasa, a tu alrededor se van desarrollando una serie de acontecimientos, a veces solo son acciones transcendentales para tu persona, y otras veces son hechos que marcan el rumbo de la historia. El problema aparece cuando ante tus ojos estos últimos acontecimientos son denunciables, injustos e ilegales, y aun así nadie puede hacer nada. Vivimos tiempos marcados por la impotencia del ciego ante lo que no puede ver y la vergüenza de quien no se atreve a gritar por la opinión crítica del que juzga con ojos medio abiertos.

Últimamente no dejamos de ver en los medios de comunicación como políticos se proclaman dueños de su propio imperio, imperio al que los ciudadanos no quieren pertenecer, pero aún así lo hacen.  Atrás quedaron los sueños de un país limpio donde el Gobierno actuara por y para el pueblo, por el contrario, no dejamos de ver como el dinero desaparece en las manos invisibles de aquel que hace un uso impropio de lo que no es suyo.
Este año me ha tocado escuchar como ancianos firmaban papeles del banco de los cuales ni siquiera
eran conscientes de su contenido ante la mirada atenta de los demonios que agarraban su bolígrafo prometiendo la vida a los que no tenían ni oxigeno para respirar, he escuchado como gente era agredida por el simple hecho de manifestarse contra una política que no beneficia a ningún pobre, también me ha tocado oír como los estudiantes (por ser demasiados) se les ponía más impedimentos como siempre beneficiando a los hijos de aquellos con mayor patrimonio, independientemente de su capacidad intelectual. Porque ya se sabe: si tienes dinero, lo tienes todo.

Atrás quedo, si es que alguna vez existió la prioridad del pobre, los elogios al trabajador, y las recompensas por ser un país con un gran número de estudiantes.

Por todo ello ante la impotencia del que no puede hablar, porque cuando se alzó el primer dedo pidiendo permiso para reivindicar entre la multitud, la bala del poder atravesó la libertad, sigo esperando que alguien levante la cabeza y grite por todas esas personas que sin culpa alguna ya no tienen voz... alguien que con dos dedos de frente se dé cuenta que la única manera de salir de esta crisis tanto económica como de valores es castigar al que roba, sea de la clase social que sea, y ayudar al pobre… alguien que crea que las letras son el primer acto contra las injusticias, los gritos el paso hacia la libertad y que la lucha debería ser la constante del día.

Llámenme ilusa, pero mientras el último suspiro del mediodía sea dedicado a lo mal que van las cosas todavía creeré en el ser humano...

No nos daremos por vencidos hasta que nos den el último balazo.